CULTURA:
En
general, la cultura es una especie de tejido
social que abarca las distintas formas y
expresiones de una sociedad determinada. Por lo tanto, las costumbres, las
prácticas, las maneras de ser, los rituales, los tipos de vestimenta y las
normas de comportamiento son aspectos incluidos en la cultura.
Otra
definición establece que la cultura es el conjunto de informaciones y habilidades
que posee un individuo. Para la UNESCO,
la cultura permite al ser humano la capacidad de reflexión sobre sí mismo: a
través de ella, el hombre discierne valores y busca nuevas significaciones.
La
cultura también puede diferenciarse según su grado de desarrollo: primitiva (aquellas
culturas con escaso desarrollo técnico y que no tienden a la innovación), civilizada
(se actualiza mediante la producción de nuevos elementos), pre-alfabeta
(no ha incorporado la escritura) y alfabeta
(utiliza tanto el lengua escrito como el oral).
Por
último, cabe destacar que en las sociedades capitalistas modernas existe una industria cultural,
con un mercado donde se ofrecen bienes culturales sujetos a las leyes de la
oferta y la demanda de la economía.
CIVILIZACIÓN
Civilización es la acción
y efecto de civilizar (mejorar la formación y
el comportamiento de las personas, elevar el nivel cultural de una sociedad).
La civilización, por lo tanto, es el estadio
cultural propio de las sociedades más avanzadas según su nivel
de ciencia, artes, etc.
El
concepto se utiliza, en general, para nombrar a una sociedad compleja,
diferente de las sociedades tribales de la antigüedad. El término también se
usa como sinónimo de progreso.
CARACTERÍSTICAS DE
TRASCENDENCIA ACTUAL EN LO POLÍTICO
Aunque la mentalidad moderna
afirma que todos los problemas se pueden resolver dentro de la esfera de lo
político, está claro que la crisis de la civilización moderna se ha originado
en un punto más elevado; el caos social actual es meramente una manifestación
exterior de la decadencia interior.
El problema para el mundo
Occidental (y más recientemente también para el Oriental), sin embargo, es
justamente que no reconoce aquello que va más allá del hombre, y por tanto no
puede encontrar la solución que necesita, ni siquiera darse cuenta de que
existe un problema.
Cuando
los seres humanos entienden los principios que conforman la estructura de la
realidad son capaces de realizar grandes obras de arte y arquitectura, o de
organizar poderosas civilizaciones. Cuando los seres humanos se obsesionan con
el ámbito físico dañan los ecosistemas, destruyen la vida y crean
civilizaciones miserablemente autocráticas, plagadas por el crimen, la pobreza
y las enfermedades mentales.
Nos
vamos a ocupar ahora de la política. Identificaremos orden con tradición y caos con
anti-tradición. Las sociedades verdaderamente tradicionales no son meramente
políticas, sino que están estructuradas partiendo desde el principio más alto
hacia el más bajo. La sociedades anti-tradicionales (o modernas), no tienen una
orientación trascendente, y consecuentemente carecen también de orden social.
En la esfera política las sociedades modernas nivelan a todos los seres humanos
según sus funciones más bajas, y la única diferencia entre individuos son
factores materiales como el dinero; aparte de eso no son sino individuos
anónimos con la capacidad de participar en la economía. Según la ley del
individualismo todo individuo es igual: la vocación se ve reemplazada por el
empleo. En vez de un individuo único desarrollando todo su potencial a través
del trabajo creativo, tenemos hombres que llevan a cabo tareas mecanizadas y
repetitivas que cualquiera puede hacer; en otras palabras, desarrollan las
posibilidades mínimas del ser humano. Para alcanzar la "libertad" los
modernos han sacrificado la creatividad, la singularidad y muchas otras
cualidades que hacen la vida rica y plena de sentido.
El
gobierno se elige según su popularidad, y de esta forma representa sólo lo que
la mayoría ansía, que son más productos para consumir y más riqueza. Esta
obsesión con la realidad material es un signo seguro de que esta sociedad ha
descendido de los principios más elevados: no tiene una estructura, ni siquiera
tiene la manera de implantar una estructura, y simplemente progresa más y más
hacia la decadencia materialista mientras que las masas defienden firmemente su
valor moral.
La
sociedad tradicional refleja mucho más fidedignamente los procesos que
encontramos en la naturaleza, ya que aquella está basada en principios eternos.
Este tipo de civilización funciona como un ecosistema, con cada parte haciendo
una contribución positiva para la continuidad del todo. Para que esto funcione
cada persona o grupo de personas tiene que realizar unas tareas determinadas.
Examinaremos a continuación las diferentes funciones que corresponden a los
diferentes seres humanos.
En
una tribu, el líder actúa como un principio intangible: ordena el resto de
elementos, dando a la tribu una estructura global. En civilizaciones más
grandes esta función no cambia, aunque ha de ser replicada a múltiples niveles
para asegurar el éxito organizativo. Esto es también un proceso natural, cada
ecosistema contiene múltiples sub-sistemas, e incluso el cuerpo de un animal
funciona según el mismo método, con el cerebro como principio de orden y cada
parte del cuerpo contribuyendo al funcionamiento general. Trasladando este
concepto a la política estamos hablando de localización, que fue más prominente
en el sistema feudal pero que fue empleada por prácticamente todas las
civilizaciones tradicionales anteriores en la historia, con distintos niveles
de aplicación (las comunidades sólo se han vuelto dependientes del estado en
tiempos recientes). Como el líder debe funcionar como un principio, su
conocimiento de los asuntos metafísicos era primordial; los líderes
tradicionales habitualmente procedían de los grupos sacerdotales o guerreros, y
su primer objetivo era la completa renuncia al ego (su individualidad separada
de la realidad exterior) y una atención exclusiva a su tarea. Los fracasos del
líder se atribuían al hecho de que el ego hubiese guiado sus acciones
Los
sistemas políticos modernos que ostentan un liderazgo genuinamente fuerte no
tienen una estructura tras de sí, los líderes simplemente dominan a las masas
para sus propios fines. Esta es la experiencia moderna en torno al liderazgo, y
ha llevado a una paranoia extrema en los países occidentales respecto a
cualquier sistema en el que alguien tenga más poder que los demás. Esto es una
equivocación, ya que un sistema no corrupto no dejaría que a un líder corrupto
sin castigo; de hecho, en las civilizaciones tradicionales los líderes eran
completamente responsables del bienestar de sus sociedades, y en muchas
ocasiones pagaban un alto precio por sus fracasos. Esto puede parecerle bárbaro
a los modernos pero es entendible, ya que permite la existencia de sociedades
estructuradas sin el riesgo de dictaduras desastrosas. Sin embargo, más
importante que esto es el hecho de que la sociedad estaba estructurada en torno
a una jerarquía que consistía en algo más que simplemente líderes y seguidores.
El
sistema de castas fue un sistema para crear amplias categorías que no imponían
más limitaciones al individuo que aquellas que le eran inherentes. Este
sistema permitía a los individuos desarrollar una serie de tareas de forma
personal y creativa, pero era lo suficientemente estricto como para mantener el
orden social. Las comunidades se podían formar fácilmente y todas las tareas
necesarias las realizaban personas que conocían y respetaban su propio papel en
la sociedad. Estas especializaciones son necesarias a la hora de crear grandes
civilizaciones; esto se podría considerar como una evolución genuina desde los
tiempos de los hombres de las cavernas, cuando los únicos roles existentes eran
cazador-recolector (hombres) y madre-provisora (mujeres). Hay que señalar que
el papel de la mujer cambió muy poco en la evolución desde las tribus primitivas
al mundo civilizado, aunque su función espiritual en relación con la
reproducción y el amor se puede haber hecho más prominente. Consideramos esto
evolución ya que se alcanzó una estructura más elevada, en concordancia con la
realidad; la sociedad moderna, sin embargo, ha degenerado hasta un estado
caótico desconocido para el hombre en la historia precedente.
Está
claro que si pretendemos solucionar los problemas actuales tenemos que atacar
sus mismas raíces. La "revolución espiritual" comienza en el propio
ser, superando las limitaciones del ego; tras esto se ordena a la mente que
ejerza la voluntad de crear orden en la realidad. De esta manera la mente se
convierte en un principio, tiene la habilidad de crear orden dentro del caos de
la realidad física. Una restauración debe partir del punto más elevado,
aquellos capaces de desarrollar las funciones de las castas superiores deben
ser adoctrinados en el verdadero conocimiento metafísico de los principios,
para poder así comenzar a ejercer su influencia sobre las castas inferiores a
través de la política, restaurando finalmente el orden social.
BIBLIOGRAFÍA:
http://www.anus.com/zine/articles/moses/politics_and_transcendence/spanish-language.html
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