domingo, 29 de julio de 2012

ROL DEL MAESTRO EN LA EDUCACIÓN INTERCULTURAL

La educación intercultural busca educar para convivir en un marco de respeto, igualdad, solidaridad y diálogo, tomando en cuenta que los alumnos vienen de culturas diferentes y tienen una identidad propia.
Podemos entenderla como un enfoque educativo que tiene como propósito favorecer el desarrollo integral de los alumnos con especial énfasis en la mejora de las habilidades comunicativas o dialógicas, el fortalecimiento de la identidad cultural y el desarrollo de la capacidad de conocer y comprender respetuosa y críticamente la propia cultura y la de los otros.

El papel del docente en la educación intercultural es muy importante. 
Es necesario que el profesor comprenda que cada alumno trae consigo una cultura particular y que ésta puede ser muy distinta de la propia, por lo que debe ser abierto y sensible, y estar atento para aprovechar la diversidad sociocultural presente en el aula. En este sentido, sería conveniente que el docente pudiera conocer las culturas que existen en la zona que desempeña su trabajo.
La educación intercultural implica reconocer la diferencia y dar un trato equitativo a cada uno de los alumnos, es decir, proporcionar a cada estudiante lo que necesita para que todos logren los objetivos educativos y de esta manera propiciar la igualdad de oportunidades. Es necesario resaltar que cada alumno es una persona única, y que si bien el origen cultural es un ingrediente básico, existen otras variables que interactúan, como su situación social, su entorno familiar y su personalidad, lo que se traduce en intereses, capacidades y motivaciones diferentes.

A este respecto, Marchesi señala que “el problema principal de las escuelas es que intentan que el niño se adapte a ellas. Lo más difícil es que las escuelas y los profesores partan de la situación inicial en la que el alumno se encuentra y planifiquen el proceso de enseñanza desde la búsqueda de un mayor respeto a su cultura y de una mayor igualdad con el conjunto de los alumnos”.
Para poder poner en práctica lo anterior es necesario considerar que el origen cultural de los estudiantes interactúa en tres dimensiones de la persona: cognitiva, afectiva y relacional, las cuales deben tomarse en cuenta al momento de diseñar las actividades de enseñanza y aprendizaje para adecuarlas a la diversidad del alumnado, de modo tal que la diversidad en lugar de ser un obstáculo sea un recurso pedagógico que propicie que todos los alumnos logren los objetivos educativos.

Dimensión cognitiva
Es necesario considerar que cada alumno tiene diferentes estilos de aprendizaje. El estilo de aprendizaje es una forma particular de aprender y se conforma tanto por las características personales como por las experiencias de cada persona. 
Lo ideal es que el docente planee actividades que favorezcan los distintos estilos de aprendizaje (activo, reflexivo, teórico y pragmático), generando experiencias para que el alumno pueda involucrarse de manera activa, observando, reflexionando sobre la experiencia, sacando conclusiones, practicando y aplicando lo aprendido a situaciones nuevas.
Para que el aprendizaje sea significativo es esencial partir de los conocimientos previos y organizar actividades que permitan al estudiante conectar los nuevos conocimientos con los anteriores. Es importante que los alumnos compartan con los demás lo que saben sobre un tema dado. Aquí pueden reflejarse las distintas cosmovisiones de las que hemos hablado anteriormente, lo que podría generar conflictos entre el conocimiento científico y el conocimiento previo, derivado de la propia cultura.
Por ejemplo, al tratar el tema de los seres vivos, hay que tomar en cuenta que diferentes culturas los interpretan de distinta manera. En un caso como éste se podría señalar que el conocimiento siempre está en construcción y que hay distintas formas de llegar a él, y señalar que desde el punto de vista de las ciencias naturales el ser vivo es el que nace, crece, se reproduce y muere, no obstante que para las culturas originarias la tierra también es un ser vivo.
Muchos profesores piensan que es más fácil trabajar con grupos homogéneos o con alumnos que provienen de la propia cultura porque la manera de ver el mundo es la misma; sin embargo, en un país pluricultural y en un mundo globalizado no podemos limitarnos únicamente a eso, porque finalmente estamos limitando nuestras posibilidades de aprender de las distintas formas de ver el mundo y crecer como personas.

Dimensión afectiva
Entre los factores afectivos que intervienen de manera directa en los procesos de aprendizaje podemos destacar particularmente la autoestima y la motivación. La autoestima es la valoración que una persona tiene de sí misma. La experiencia de vida de cada persona es la que forma la identidad, los valores y el modo de ser. La identidad cultural determina de manera importante la identidad personal e influye de manera directa en la autoestima. La identidad y la autoestima se forman a partir del contacto que tenemos con el otro y de la retroalimentación que recibimos de lo que somos, por lo que una persona que se siente discriminada por pertenecer a un determinado grupo cultural generalmente no puede tener una autoestima sana. Por esta razón, la educación intercultural tiene como objetivo esencial fortalecer la identidad cultural y para ello es necesario la revaloración de la propia cultura, lo que implica que los otros también la conozcan y la valoren.
La motivación es el proceso que impulsa a una persona a conseguir aquello que considera valioso. Por ejemplo, a ciertos estudiantes les motiva aprender algo que les será útil y a otros les gusta ser reconocidos por sus maestros o compañeros. 
La búsqueda de reconocimiento en las escuelas fomenta muchas veces la competencia entre los estudiantes, lo que para alumnos indígenas o de culturas comunitarias puede ser un problema porque desde el punto de vista de su cultura no es adecuado sobresalir, debido a que el acento está puesto en el valor del trabajo comunitario. Esto puede ser interpretado por el profesor como una conducta negativa, pues al parecer al estudiante no le gusta participar. En este caso es necesario respetar al estudiante y darle oportunidades de participar de otra forma.

Dimensión relacional 
Es necesario tomar en cuenta que en el proceso de enseñanza y aprendizaje interactúan profesores y alumnos para cubrir unos objetivos educativos.
Profesores y alumnos construyen representaciones mutuas respecto de sus capacidades, motivaciones y expectativas, las cuales intervienen en todo el proceso de enseñanza y aprendizaje. Los profesores generalmente prefieren un tipo de alumnos, con los que se relacionan y a quienes motivan más. La “profecía que se autorealiza” menciona que la expectativa de que algo suceda aumenta la probabilidad de que realmente suceda; esto opera en todos los ámbitos y en particular en el educativo.
Las expectativas que los profesores tienen de sus estudiantes influyen en sus comportamientos; algunos profesores tienen prejuicios sobre las potencialidades de sus estudiantes y llegan a confundir ciertos comportamientos con falta de capacidad; por ejemplo cuando un niño de lengua materna distinta al español tiene dificultad para entender o comunicarse en dicho idioma el profesor puede interpretarlo como un problema de falta de capacidad, no obstante que lo único que necesita el alumno es tiempo y apoyo para aprender el español. Existen experiencias de profesores que con el apoyo de otros niños o de los padres aprenden algunas palabras para comunicarse y los alumnos que sólo hablan español empiezan a aprender otra lengua, lo que facilita la relación en el aula. Lo importante es recordar que todos los niños pueden aprender si se les proporcionan las herramientas necesarias para hacerlo.
Otro elemento relacional que hay que tomar en cuenta es la forma de interactuar de los alumnos.
Los estudiantes que provienen de una cultura comunitaria tienen gran facilidad y habilidad para trabajar en equipo, mientras que los que provienen de la cultura occidental prefieren trabajar de manera
individual. Por lo general en las escuelas se fomenta más el trabajo personal, pero lo mejor es que se realicen
tanto actividades individuales como en equipo, con la finalidad de formar personas que busquen sus propios objetivos pero que sean conscientes de que todos necesitamos de todos y de que nuestras acciones siempre repercuten en los demás.

Finalmente, es necesario reconocer que la educación intercultural requiere la creación de un ambiente de respeto en el que todos puedan decir abiertamente lo que piensan y sean escuchados, respetados y confrontados, de modo que a través del diálogo se aprenda que hay distintas formas de interpretar la realidad. Por lo tanto, las reglas del salón y de la escuela deben estar regidas por los valores del respeto, la solidaridad, el diálogo y la responsabilidad.
Pretender educar en y para la interculturalidad es un enfoque que permea toda la actividad docente, los objetivos educativos, el currículo, el clima escolar y el proyecto educativo en general.
Más que un concepto, la interculturalidad es una forma de vida y como tal es también una meta a alcanzar.

BIBLIOGRAFÍA:
http://www.uia.mx/web/files/didac/47.pdf

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