EDUCACIÓN INTERCULTURAL EN AMÉRICA LATINA: TENSIONES ACTUALES
Una
lectura crítica sobre el proceso de estas últimas décadas nos
permite afirmar que la perspectiva de la interculturalidad admite
diferentes búsquedas y preocupaciones, tanto desde el punto de vista
de la reflexión teórica como desde el punto de vista de las
iniciativas concretas, especialmente en el ámbito de la educación. Se
trata de una problemática compleja que se halla traspasada por
diferentes tensiones. De estas, intentaremos analizar aquellas que
consideramos fundamentales.
* INTERCULTURALIDAD FUNCIONAL VS. INTERCULTURALIDAD CRÍTICA
La
primera tensión que quisiéramos destacar tiene que ver con las
relaciones entre la interculturalidad y la dinámica de la sociedad,
en general. Muchas han sido las propuestas para identificar
diferentes concepciones de interculturalidad, explícita o
implícitamente, en los diversos discursos y/o prácticas. Resaltamos
la postura de Fidel Tubino, autor peruano que se viene dedicando a
discutir la temática que nos ocupa, por considerarla particularmente
esclarecedora. En su texto "La interculturalidad crítica como
proyecto ético-político", distingue dos perspectivas fundamentales:
la interculturalidad funcional y la interculturalidad crítica.
El
autor parte de la afirmación de que la creciente incorporación de la
interculturalidad en el discurso oficial de los estados y organismos
internacionales se ha apoyado, en la mayoría de los países, en una
postura de no cuestionamiento del modelo sociopolítico vigente, la
cual, además, se encuentra marcada por la lógica neoliberal. Es
decir, como afirma el autor, "no pone en duda las reglas del juego" . En este sentido, la interculturalidad se asume como
una estrategia que favorece la cohesión social, en tanto y en cuanto
asimila a los grupos socioculturales subalternizados a la cultura
hegemónica. Se trata de "promover el diálogo y la tolerancia sin
afectar las causas de la asimetría social y cultural actualmente
vigentes". Las relaciones de poder entre los diferentes
grupos socioculturales no son puestos en duda. De esta manera, el
interculturalismo funcional tiende a disminuir las áreas de tensión y
conflicto entre los diversos grupos y movimientos sociales, cuyo
foco de atención son las cuestiones socioidentitarias, evitando que
la estructura y las relaciones de poder vigentes sean afectadas.
Sin
embargo, poner en duda estas relaciones es exactamente el foco de la
perspectiva de la interculturalidad crítica. Se trata de cuestionar
las diferencias y desigualdades construidas a lo largo de la historia
entre diferentes grupos socioculturales, étnico-raciales, de género,
de orientación sexual, entre otros. Se parte de la afirmación de que
la interculturalidad apunta hacia la construcción de sociedades que
asuman las diferencias como constitutivas de la democracia y sean
capaces de construir relaciones nuevas, verdaderamente igualitarias
entre los diferentes grupos socioculturales, lo que supone empoderar a
aquellos que, históricamente, fueron considerados inferiores.
Según Tubino:
La asimetría social y la discriminación cultural no permiten un diálogo intercultural auténtico. Por eso no hay que comenzar por el diálogo, sino por cuestionarnos cuáles son las condiciones existentes de diálogo. O, para ser más precisos, es necesario exigir que el diálogo entre las culturas sea, en primer lugar, un diálogo sobre los factores económicos, políticos, militares, etc, que condicionan actualmente el intercambio franco entre las culturas de la humanidad. Esta exigencia se hace hoy imprescindible para que no caigamos en la ideología de un diálogo descontextualizado, que se limita a favorecer los intereses creados de la civilización dominante, y que no toma en consideración la asimetría de poder que hoy reina en el mundo. Para que el diálogo sea real, es necesario hacer visibles las causas del no diálogo, lo que pasa, necesariamente, por un discurso de crítica social. |
La
interculturalidad crítica pretende ser una propuesta ética y
política con el objetivo de construir sociedades democráticas que
articulen la igualdad y el reconocimiento de las diferentes culturas,
y de proponer alternativas al carácter monocultural
occidentalizante, que domina en la mayoría de los países del continente.
Estas
dos perspectivas se cruzan, se chocan y algunas veces se articulan
contradictoriamente en las diversas búsquedas, experiencias y
propuestas que se llevan a cabo en el continente. Esta es la
principal tensión que se halla presente en el debate sobre las
relaciones entre interculturalidad y educación, hoy en América Latina,
y que traspasa a todas las demás.
* INTERCULTURALIDAD PARA ALGUNOS/AS VS. INTERCULTURALIDAD PARA TODOS/AS
Está relacionada con
el origen de esta preocupación en el continente: la educación
escolar indígena. Dentro de esta perspectiva, la educación
intercultural se dirigía exclusivamente a los grupos subalternizados,
generalmente étnico-raciales y sobre todo a los indígenas y, menos
frecuentemente, a los afroamericanos. Son estos grupos los "otros",
los "diferentes" y los que, desde la óptica de la interculturalidad
funcional, deben ser integrados a la sociedad nacional.
Sin
embargo, y particularmente a partir de la década del 90, se ha
venido afianzando la postura de que la interculturalidad debe ser
trabajada por todos los agentes sociales, si realmente queremos que
se vuelva una característica de la sociedad como un todo, en su
proceso de construcción democrática. La perspectiva de la
interculturalidad crítica acentúa este aspecto e intenta trabajarlo a
partir de sus presupuestos.
A
pesar de que en los últimos años esta preocupación ha cobrado mayor
firmeza, tanto en la bibliografía que hemos analizado como en las
entrevistas que realizamos en diferentes países, con frecuencia hemos
oído sobre la resistencia social existente en relación con este
tema, así como sobre la dificultad de asumir la perspectiva
intercultural en la educación de todos/as los/as ciudadanos/as.
Esta
problemática fue abordada en las entrevistas que realizamos con
especialistas, sobre todo en Perú y en Bolivia (Russo y Drelich,
2009; Sacavino y Pedreira, 2009). Las causas apuntadas como
originarias de la dificultad de asumir la educación intercultural
para todos/as fueron, principalmente, las siguientes: la existencia
de un fuerte racismo en la sociedad, muchas veces velado y encubierto
por un discurso que defiende el mestizaje, que niega las diferencias
culturales y que ve inadecuado que se introduzcan aspectos relativos a
diferentes grupos socioculturales en el currículo escolar, con el
pretexto de que fragiliza la cultura común y la cohesión social.
Según varios entrevistados, el pensamiento colonial aún es dominante
en la sociedad, lo que lleva a que se enfatice y se considere superior
la lógica europeizante y de influencia norteamericana, y a que se le
dé poco valor a las culturas originarias y/o afroamericanas. Otra
causa apuntada para la presencia precaria de la perspectiva
intercultural en las escuelas fue la ausencia de esta temática en los
centros de formación de profesores/as.
* EDUCACIÓN INTERCULTURAL VS. INTERCULTURALIDAD COMO PROYECTO POLÍTICO
Esta
tensión puede considerarse como un desdoblamiento de los aspectos
mencionados en el punto anterior. La afirmación unánime de que la
preocupación con la interculturalidad nace en América Latina en el
contexto de la educación y, concretamente, en el ámbito de la
educación escolar indígena, trajo como consecuencia la visión de que
es este ámbito, entonces, su locus específico. Esta visión pretende
reducir las contribuciones que la Interculturalidad puede ofrecerle
al campo educativo, las que, como mucho, podrían extenderse a la
educación de otros grupos existentes en la sociedad. Se trata de una
cuestión exclusivamente educativa y restricta a algunos grupos, a los
"otros", considerados diferentes, para favorecer su inserción en el
sistema escolar vigente. La educación intercultural se limita a
introducir algunos contenidos relativos a diferentes culturas, sin que
esto afecte al currículo como un todo, ni afecte la predominancia de
la considerada "cultura común" y de los conocimientos y valores
considerados "universales". Una vez más, se asume la perspectiva de
la interculturalidad funcional.
Sin
embargo, otras visiones inspiradas en la interculturalidad crítica
defienden su incorporación en diferentes ámbitos de la sociedad: el
jurídico, el de la salud, el del medio ambiente, el de la economía,
el de la producción cultural y el de la política. Por otra parte, en
lo que se refiere al ámbito educativo, no reducen la
interculturalidad a lo que podríamos llamar un enfoque aditivo, sino
que pretenden promover una transformación curricular que afecte todos
sus componentes y que cuestione la construcción de la llamada
"cultura común" y de los conocimientos y valores considerados
"universales". Preguntas tales como: ¿En que consiste y cómo se
construye la "cultura común"? ¿Cuáles son los agentes sociales que
intervienen en dicha construcción? ¿Cómo se define todo aquello que
conforma lo que consideramos "universal"?, se hacen fuertemente
presentes en esta perspectiva dirigida a repensar la epistemología
que preside las formulaciones curriculares vigentes en nuestras
sociedades, con el objetivo de impulsar el diálogo entre diferentes
cosmovisiones y saberes inherentes a los diversos grupos
socioculturales, y dirigida, además, a proponer que la educación
intercultural se desarrolle conjuntamente con la implementación de
prácticas interculturales en diferentes ámbitos sociales.
En
este sentido, la interculturalidad se ubica no solamente en un
horizonte político de construcción de estados pluriculturales y
multilingües, sino que, para algunos, también se ubica en el
horizonte de construcción de estados plurinacionales. Este es un tema
controvertido que atraviesa las luchas políticas que se han
impulsado para la elaboración de nuevas constituciones, principalmente
en el Ecuador y en Bolivia, y que le presenta varios cuestionamientos
a las teorías políticas de origen europea a las que estamos
acostumbrados a tener como referencia. Es posible afirmar que se está
gestando en el continente una nueva concepción de Estado, de
democracia y de ciudadanía, en que la interculturalidad crítica
constituye el elemento central.
BIBLIOGRAFÍA:
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-07052010000200019&script=sci_arttext
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